19.2.15





Blanqueando la caverna


De aquello supe
en cuanto recordé que lo olvidaría.

La contradicción no solo repite,
sobre todo: distrae.

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               Jab y parry:

La primera ilusión fue el otro.
Debe, por tanto, haber una cabeza que
lo niegue.

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               La fe es innecesaria:

Nada que sea real
puede dar cuenta de sí mismo por sí mismo.

El tiempo de la vida
está inmóvil. No se acerca ni se aleja.

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Otra vez:
“Soy signo de un signo
de un signo de un signo de un signo...”

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La última ilusión es el yo.
Debe, por tanto, haber más cabezas que
lo afirmen.

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                 Nadie vino aquí a salvarlo a usted:

¿Soñó con la muerte?
Tranquilícese:
Nunca nadie, absolutamente nadie
tiene sueños.

Está bien dudar,
pero debe uno asegurarse de sus propias dudas.

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Mantra final:

Al llegar ahí
ya no estaba nada.

4.2.15





DECISIÓN UNÁNIME

no fue suerte ni magia;
a ese pobre le cayó la pedrada
como al otro el encefálico pi-
-ñatazo;
el azar mantiene invicto
su conjuro;
básicamente el número;
físicamente la forma,
los trazos;
tristemente la cartera;
aprovechadamente monárquica 
cómo no;
a estas horas con el libro de historia;
brillante el pasillo de la farmacia;
piso húmedo”;
los hijos de puta;
pónganse al alcance;
está en llamas la lona;
mediodigerido el desayuno;
enrojecido el caldo;
intestinales mis piernas,
mis brazos, todas mis fuerzas;
traigo de colon la cuerda
que me sostiene del cuello;
se viene abajo la arena;
todavía oigo las mentadas;
no siento ya las botellas;
parece que es mi corazón
ese último escupitajo negro;
ya tendría que haber venido
el viejo de la pajarita,
el brujo de la mano alzada;
ya tendría que haber llegado
el cura;
dónde están esos padrinos;
ya hace rato que sonaron los
aplausos;
dónde está mi contrincante
no veo levantado su brazo